Disaster es un célebre inspector con una vasta experiencia en resolver casos que han representado un misterio para la sociedad. Avezado en faenas intrincadas como la de maniobrar con misiles mata-torpes y pistolitas de agua de alta complejidad ha demostrado un desempeño altamente convincente... casi irrefutable; ha sido contactado por las autoridades de la Península y Baleares para
incautar los regalos previamente sustraídos de las dependencias de Santa
Claus justo dos días antes de la navidad.
Sin pérdida de tiempo nuestro peculiar inspector secundado por un nutrido séquito de entusiastas eruditos con amplios y profundos conocimientos en el arte de atarse los cordones de ambos botines juntos y utilizar un saquito de té para diez tazas: dígase El Peinaíto, Vladislav el Salivitas, Pocholete, Alfonsete y otros distinguidos miembros del gabinete de búsqueda, emprenden la ardua labor de dar con el paradero de los juguetes para los niños el día de navidad.
El selecto grupo fue sometido a duras pruebas para demostrar su empeño y tesón a través de tareas hercúleas como: acicalar los cabellos de las Barbies tres veces al día para que sus pelambres no se conviertan en una jungla impenetrable, y seguir los manuales prácticos para entrenarse en el arte de competir haciendo globitos con chicle. El inspector Disaster prestó tanta atención y cuidado en seleccionar su personal que sólo faltó reclutar las bailarinas del Tap de Chicago para llevar a ejecución la empresa que tenía entre manos.
El inspector Disaster es uno de esos personajes paradójicos, se le considera todo un veterano en el campo de la investigación, pero la realidad es que todos sus planes funcionan por la sincronía de elementos meramente circunstanciales. Cabe mencionar que el mismo fenómeno acontece a todos los demás personajes de esta historia, es como que se enteran y no se enteran. En la trama los detalles más insignificantes cobran importancia convirtiéndose en los elementos de mayor relevancia de la obra, es decir, en última instancia la recuperación de los presentes es tan sólo la excusa para recrear las personalidades y la idiosincrasia de cada personaje, lo fundamental aquí es el estilo humorístico de la narrativa.
Este libro es para leerlo pausadamente y degustarlo; la reproducción de escenas absurdas e inesperadas y la poca relación que guardan estas con la misión en la que están sumergidos los personajes resulta francamente hilarante. Desde el peluquín que descuidadamente cae en la olla donde se cuece el menú del día impregnándole a la sazón un gustillo de tinte para cabello hasta la súbita estampida de Rodolfo Mondolfo a España donde tuvo que residir por más de dos meses en el aeropuerto (no sabemos a cuento de qué subsistió) y luego sonsacar a Marta Mari para que le alquilase un sofá y habitar en él.
Recomiendo leer el libro un par de veces para entender mejor el sarcasmo, pues a simple vista la narrativa puede antojarse algo confusa y el vocabulario un poco coloquial, especialmente para los lectores poco habituados a la jerga española como es mi caso. Estimo que la esencia del relato estriba fundamentalmente en la forma que tiene la autora de describir los acontecimientos, y con menor relevancia el argumento.
Hace tiempo que estaba buscando una obra que tuviera la comicidad y el humor negro que ofrece ésta, ya que considero que el género cómico es el mayor reto para un escritor, pues se arriesga fácilmente a caer en la tontería. La agudeza requiere de una combinación de alto grado de imaginación y expresión escrita que sólo algunos autores han probado, amén de alguna escena esporádica aquí y allá en obras de otro género. Por lo tanto no soy muy asidua a las comedias debido a que estas frecuentemente rayan con la estupidez, es decir, el típico chiste de retirar la silla cuando alguien está a punto de sentarse... no es humor es bobería. No tengo nada en contra de series como Mr. Bean y Cantinflas, pero... ciertamente no las considero cómicas.
En conclusión, una lectura graciosa en ambos sentidos, es decir, que tiene gracia y que tiene un gran sentido del humor. Es la primera vez que leo la obra de Carmen Fernández y ya estoy esperando la segunda parte; por suerte vienen dos libros más en camino!
Acabo de leer tu reseña, Edna, ¡y me he quedado sin palabras! Muchísimas gracias por todo y, sobre todo, por haberme dedicado tu tiempo y por ser capaz de leer un libro que, como bien dices, utiliza muchos coloquialismos difíciles de entender por lectores no españoles. Un beso muy grande.
ResponderEliminarGracias a ti Carmen, disfruté muchísimo leyendo tu libro!
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