Escrita en 1925. Clarissa Dalloway dará una fiesta esta
noche; para ello se dispone a comprar las flores que adornarán su casa y se
encargará de los preparativos para la gran velada. Inesperadamente acude a su residencia
un visitante, un antiguo novio suyo que no veía hacía tiempo y con quien
sostiene una conversación superficial para evitar hacer alusión a episodios que
Peter Walsh no desea revelar.
La historia se desarrolla a comienzos del siglo XX
y describe los rasgos de la sociedad inglesa de entonces, siendo la señora
Dalloway la típica mujer de clase alta que organiza reuniones a las que regularmente
concurren los altos miembros de la comunidad.
Esta obra es contada en tercera persona por un
narrador omnisciente que alterna eventos y personajes que rara vez guardan relación entre sí. La novela narra los acontecimientos que toman lugar en
un período de 12 horas, con retrospectivas a escenas pasadas de la vida de los
personajes.
Considerada la obra más representativa de la autora,
este trabajo está incluido en la lista de las cien obras más destacadas de la
época.
Pues bien… yo difiero de las altas apreciaciones
que ha suscitado este libro. Para empezar, esta lectura es de difícil consecución,
el sólo ejercicio de concentración representa un acto heroico por parte del
lector, siendo inevitable perderse entre sus líneas una y otra vez. Este fue mi tercer intento
por concluir esta empresa y finalmente lo conseguí, pero no sin antes haber hecho un
esfuerzo titánico de vencer el aburrimiento y el tedio. Perdí la concentración
y el interés en cada página, y la experiencia se tradujo en una medida masoquista de mi parte.
Figúrese un saco lleno de cosas de diversa
naturaleza que tras haber sido sacudido, su contendido es vaciado y esparcido sobre una
mesa para que el lector establezca un orden y concierto: m-i-s-i-ó-n i-m-p-o-s-i-b-l-e. La Señora Dalloway es una
mezcla de eventos, personajes y reflexiones inconexas y seleccionadas al azar que en
conjunto no cuentan nada. Es una historia detenida en el tiempo atestada de pensamientos y disertaciones banales descritas
hasta el más nimio detalle. La lectura de este libro es un recorrido
accidentado que cambia de dirección sin previo aviso, nunca sabemos de dónde
venimos ni hacia dónde nos dirigimos.
En cuanto al rol central, ignoro por qué Clarissa Dalloway fue escogida como el personaje principal del libro. Tiene un carácter práctico, en ocasiones frívolo; y su aporte a la obra es tan minúsculo que raya con la trivialidad; de ahí que la autora invierta largos episodios introduciendo otros personajes y olvidándose de ella casi por completo.
El único punto de interés, sin embargo, lo constituye el personaje de Septimus Warren Smith, un sujeto maníaco-depresivo que sufre alucinaciones y que refleja la condición misma que padecía Virginia.
En cuanto al rol central, ignoro por qué Clarissa Dalloway fue escogida como el personaje principal del libro. Tiene un carácter práctico, en ocasiones frívolo; y su aporte a la obra es tan minúsculo que raya con la trivialidad; de ahí que la autora invierta largos episodios introduciendo otros personajes y olvidándose de ella casi por completo.
El único punto de interés, sin embargo, lo constituye el personaje de Septimus Warren Smith, un sujeto maníaco-depresivo que sufre alucinaciones y que refleja la condición misma que padecía Virginia.
En un acto de tozudez me negué a pensar que una obra tan aclamada no guardara algún
suceso trascendente en su desenlace y conservé la esperanza de encontrarme con un incidente que
justificara la espera; pero nada sucedió al final y nunca supe a qué apuntaba
este relato. Por primera vez no he sentido la necesidad de fijarme en los datos
que pongo en una reseña, usualmente procuro hacerlo con el fin de no arruinarle la lectura al futuro lector, pero en realidad no hay nada relevante que contar.
La Señora Dalloway - Virginia Woolf
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