Publicada en 1939. Ocho personas fueron llamadas a pasar unos
días de vacaciones en la Isla del Negro. Esta invitación es remitida
a nombre del señor y la señora U. N. Owen, identificados como viejos conocidos con quienes tuvieron un breve encuentro en algún momento en el pasado.
Y ahora con el pretexto de una oferta de empleo o participación en un negocio
son atraídos hacia la isla para pasar unos días de verano.
En dichas cartas de invitación se hace alusión a la
ocasión en que tuvo lugar la supuesta entrevista con los señores U.N. Owen, que aunque
los destinatarios no tienen un recuerdo muy claro del evento, los detalles
descritos en la misiva no dejan lugar a dudas de que efectivamente el intercambio entre ellos se efectuó.
Todos los convidados acuden puntualmente a la cita
y se alojan en la mansión, cuyo propietario ciertamente desconocen aún, instalándose cómodamente en
sendas habitaciones. En cada una de ellas se encuentra colgada en la pared la
letra de una canción infantil con el título de Diez Negritos; sus versos macabros cuentan
la forma horrenda en que los negritos mueren uno a uno; señal que es pasada por alto por los despreocupados huéspedes.
Los ocho invitados son recibidos y atendidos por dos
sirvientes, ya que los anfitriones de la casa se encuentran ausentes de momento y no llegarán hasta pasados unos días. Entretanto, los criados proveerán con todo lo
necesario para que los viajeros se sientan a gusto.
Complacidos con las atenciones recibidas y tras completar la cena con una taza de café, los asistentes son sobresaltados con la inesperada reproducción de un gramófono. La perturbadora grabación acusa de manera directa e inclemente a cada uno de los comensales de haber cometido o participado en un delito en el
pasado, y de haber salido impunes del abominable hecho. De la estupefacción inicial pasan a un estado de turbación al constatar que les habían tendido una trampa y habían sido engañados para ser retenidos en la isla.
A partir de este punto empiezan a ocurrir sucesos
aterradores, y las muertes de los visitantes se suceden en las mismas
condiciones en que son descritas las muertes de los diez negritos en la rima infantil.
Siendo la obra máxima de la escritora, Agatha
Christie no escatima a la hora de imprimir una gran dosis de suspenso a este
relato. En mi opinión, una obra bien lograda. El libro comienza con
la introducción de cada personaje por separado, puesto que no parece haber relación
alguna entre ellos más que el hecho de haber sido convocados en la isla del
Negro. Es en este punto cabe cuestionarse la general y rápida aceptación
por parte de los invitados, ya que a ninguno de ellos queda claro quién es en realidad el remitente, y dócilmente se embarcan hacia la isla sin tomar ningún tipo de precaución. Igualmente causa asombro
la ausencia de los hospedadores en la mansión, pues tratándose de una convocatoria formal no
cabe pensar que ninguno de los anfitriones esté presente para el recibimiento.
El elemento de mayor trascendencia en el libro es sin duda la
canción de cuna, su aparición en escena es tan aparentemente irrelevante que
nadie acertaría a imaginar que su letra encierra de manera textual el nefasto desenlace de la historia. Valiéndose de éste y otros elementos la escritora logra transmitir el asedio y el horror con que son hostigados los personajes de la obra; la profunda inquietud que les embarga al irse a la cama sin saber quién será la próxima víctima, la natural desconfianza
que se produce entre los inquilinos y el desespero por fugarse de la isla.
La narración induce al lector a tomar parte de la investigación y a conjeturar sobre las razones que cada personaje pudiera albergar para deshacerse
de sus compañeros y las implicaciones que sus crímenes pasados pudieran acarrearles.
En algunos casos estos delitos son reales, pero en otros éstos son
interpretados como tales por el asesino. Por otro lado, la referencia a nueve
delitos llevados a cabo de manera independiente constituye de por sí una empresa de difícil
consecución, como improbable resulta también desvelar los factores en común que puedan conducir a la
identificación definitiva del autor.
El desenlace de la obra cierra con broche de oro esta historia. Christie nos revela la identidad de su villano, que a esta altura resulta a todas luces insospechado; debo admitir que logró engañarme hasta el final. Desde mi perspectiva, algunos personajes merecían pagar por sus crímenes, pero el homicidio múltiple resulta a mi juicio una medida excesiva, no me convence por completo las razones que el asesino alega para ejecutarlas. La justicia debe cumplir con un proceso legal que inculpe a los delincuentes por medio de un juicio; no se concibe que alguien decida simplemente impartir justicia sólo porque considere que los demás están equivocados y deben ser castigados por sus actos; es decir, hasta la venganza encierra una lógica que desde un ángulo explica su realización.
El desenlace de la obra cierra con broche de oro esta historia. Christie nos revela la identidad de su villano, que a esta altura resulta a todas luces insospechado; debo admitir que logró engañarme hasta el final. Desde mi perspectiva, algunos personajes merecían pagar por sus crímenes, pero el homicidio múltiple resulta a mi juicio una medida excesiva, no me convence por completo las razones que el asesino alega para ejecutarlas. La justicia debe cumplir con un proceso legal que inculpe a los delincuentes por medio de un juicio; no se concibe que alguien decida simplemente impartir justicia sólo porque considere que los demás están equivocados y deben ser castigados por sus actos; es decir, hasta la venganza encierra una lógica que desde un ángulo explica su realización.
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